Justo encima de la puerta de mi estafeta había un aparato de sonido por el que se podía escuchar tanto los anuncios que se daban a lo largo del día, como el hilo musical. Recuerdo bien el anuncio sobre las 18:00 de la tarde avisando a la gente de que ya no se podía entrar en el Lago de España porque estaba totalmente lleno.
En cuanto a la música, bueno, hay un par de canciones que me marcaron profundamente. La primera es «The one» de Elton John y la segunda tardé unos 20 años en descubrir su nombre y a quién pertenecía, ya que por aquél entonces no existían los medios actuales para conseguir información. Me enteré de casualidad viendo la tele: el autor era James Last y la canción se llamaba «Biscaya». A veces, cuando aún no habían entrado los visitantes de la EXPO, salía a la puerta de la estafeta a contemplar las carabelas y el río en las primeras horas de la mañana. Aún había un poco de silencio, tan sólo roto por la música del megáfono. La luz, el olor a Agua de Sevilla, la brisa de la mañana y esas dos canciones son la mejor máquina del tiempo que se pueda tener.